REQUIEM POR FERNANDO BOTERO Y UN VIAJE A SEVILLA.
REQUIEM POR FERNANDO BOTERO
Y UN VIAJE A SEVILLA
En estos tiempos post-modernos, los hombres de torería, solera y los valores de pundonor, inteligencia y estética van desapareciendo. Se nos ha ido el gran Fernando Botero que con su pincel pintaba la fiesta de los toros y el arte del toreo. En su Medellín natal hace varios años que no hay toros, así como en Quito, Ciudad de México, Caracas, Barcelona y un largo etcértera de ciudades taurinas donde honbres deconstruidos vagan sin rumbo; sin buscar la verdad y la belleza que antaño conserbaba su añeja cultura en la que vieja España vivía, aunque adormilada en sus suburbios. En las calles empedradas, en los patios y en las farolas. Habían unos pocos que luchaban y dieron todo por la fiesta, aunque cada vez eran menos. Tal vez por ello marchó hacia Mónaco el gran Botero. Fue a vivir una cultura diferente por no ver morir la propia como nos ha pasado a muchos otros al desterrarnos del terruño que nos vio nacer.
Entre sus distinciones vemos que tiene la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica. Esta distinción la creó Fernando VII para los españoles-americanos que lucharon por Dios, la Patria y el Rey en la mal llamada independencia americana, aunque en la actualidad tenga un fin simplemente diplomático. Esto también me identifica con Botero, al quitarnos la fiesta de los toros, la política nos hizo revisar y replantear nuestra propia historia. El error estaba allí, a la vista de todos. Dos cientos años de un engaño. Dos cientos años de un Estado fallido con la imagen de Bolivar y las invenciones de su mito y sus mentiras. Todo se cayó como un castillo de naipes porque el fetiche no es más que un ídolo de barro. De a poco nos hemos juntado con amigos hispanistas y vamos redescubriéndonos nosotros mismos en lo que es el legado hispánico que va mucho más que una lengua y una religión.
En pocos días regreso a España a los cinco años. Vamos a ver toros en San Miguel, en Sevilla. Es un ciclo que se cierra, se despide de los ruedos el grán Julián López 'El Juli' a quien lo vimos en su temprana adolescencia indultando al novillo Sacacorchos de Santa Rosa en Quito, allá por el mes de Diciembre de 1997. Siendo casi un niño, tomó la alternativa en Nimes (1999) y se puso a la fiesta de los toros sobre los hombros y tiró del carro. Veinte y cuatro años de eso y no ha parado. Le debemos un agradecimineto, él vio como sus plazas más queridas se fueron cerrando y nunca decayó.
El Perú tiene la plaza de toros con más tradición de América. La más que bicentenaria plaza de Acho en Lima a orillas del Rimac. En ella torearon Joselito, Belmonte, Manolete y todos los grandes toreros que en el mundo han sido. Le faltaba tener su propia figura del toreo. Su nombre Andrés Roca Rey. Torero majestático, efectista de pundonor y solera. Es la segunda razón para ir a Sevilla en esta feria de San Miguel. Y la tercera, es José Antonio Morante de la Puebla. Siendo para mí Morante la primera y casi única razón. Voy a Amorantarme a morir. Es de esos toreros que pagas la entrada sólo con verlo hacer el paseillo. Un detalle, una media verónica abre el tarro de las escencias y te satisface hasta el paroxismo. Con que le salga un toro y con el duende de Morante logra una conexión, una catarsis y una alegría indescriptibles que encandilan, te hacen ahogar de satisfacción y terminas llorando como nos pasó hace un par de años en Latacunga.
¡QUÉ DIOS REPARTA SUERTE!
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